Acabo de volver del Congreso Europeo de Epilepsia, donde he participado en varias ponencias. Una de ellas trataba sobre las preocupaciones del paciente y del médico cuando se elige la medicación antiepiléptica. Y lo cierto es que cuando se revisan los estudios realizados sobre este tema, una se sorprende viendo las dificultades que muchas personas con epilepsia expresan acerca de los fármacos.
Un estudio realizado en el Reino Unido mostró que más del 50% de los pacientes no estaban seguros acerca de que mereciera la pena bajar el riesgo de otra crisis tomando la medicación, ya que ellos relacionaban las pastillas con “tener menos energía”, “estar más lentos”, “rendir menos en el trabajo o en el colegio”, “problemas en las relaciones con los demás”. Otras preocupaciones mencionadas por los pacientes fueron el coste de la medicación y la dificultad de tomar pastillas en público, teniendo que dar explicaciones a otras personas sobre su enfermedad.
Todo ello hace que un porcentaje importante de pacientes no se tome correctamente el tratamiento. Qué porcentaje es ese? Según un estudio reciente publicado en Neurology (Gollwitzer et al, 2016) referido a pacientes de Alemania, un tercio del total. Y por supuesto eso va asociado a un riesgo de más crisis y crisis más graves, incluso de estatus epilepticus.
Qué podemos hacer los médicos y los pacientes para mejorar el cumplimiento correcto con los fármacos antiepilépticos –lo que llamamos adherencia-?
- desarrollar una buena relación con los pacientes, entender sus temores respecto a la enfermedad y a la medicación y no juzgar.
- ayudar a los pacientes a desarrollar herramientas para el autocuidado y para hacerse responsables de su salud. Esto es especialmente importante en adolescentes y jóvenes, pero también en pacientes de otras edades.
- Escoger fármacos que faciliten el cumplimiento correcto del tratamiento: el estudio alemán mostraba que los pacientes tomaban mejor los fármacos nuevos que los viejos (probablemente porque tienen menos efectos secundarios) y aquellos que había que tomar menos veces al día, como máximo dos (lo cual es lógico).
Teniendo en cuenta estos aspectos podremos mejorar el cumplimiento correcto del tratamiento y a largo plazo la calidad de vida de las personas con epilepsia.