Existen en el mercado muchos fármacos antiepilépticos. Algunos llevan muchos años comercializados y otros se han lanzado durante los últimos 10-15 años. Con una oferta tan amplia, cómo decidir cuál es mejor?
Pues bien, hay que tener en la cabeza que el objetivo del tratamiento en epilepsia es MANTENER UNA VIDA NORMAL. Y para ello se necesitan dos cosas:
- eficacia para eliminar las crisis
- mínimos o nulos efectos secundarios.
Respecto a la eficacia contra las crisis, no todas las medicinas son iguales. Algunas por ejemplo la carbamazepina o la fenitoína pueden empeorar epilepsias generalizadas o incluso provocar que aparezcan nuevos tipos de crisis. De la misma forma, fármacos que van muy bien en epilepsias generalizadas como el ácido valproico son menos potentes para tratar epilepsias focales. El neurólogo tiene primero que averiguar qué tipo de epilepsia y qué tipo de crisis tiene el paciente y luego decidir cuál le puede ayudar más con las crisis.
Pero además hay que tener en cuenta los efectos secundarios y el perfil del paciente. Por ejemplo a una mujer en edad de tener hijos hay que procurar darle fármacos que no den problemas en el embarazo. A un niño, fármacos que no interfieran su aprendizaje. A un anciano, alguno que se pueda combinar bien con el resto de las medicinas que toma…Si el paciente está deprimido, darle algún medicamento que además de controlar la epilepsia pueda mejorar su estado de ánimo, como la lamotrigina o la eslicarbazepina. Si tiene migraña, alguno que mejore el dolor de cabeza además de la epilepsia, como el topiramato, etc.
Y si se intuye que el paciente va a necesitar medicamento durante mucho tiempo, evitar fármacos que provoquen efectos secundarios a largo plazo como osteoporosis, problemas de tiroides o articulares a largo plazo. Eso es lo que hacen algunos medicamentos “clásicos” como el fenobarbital, la fenitoína o la carbamazepina.
Pues bien, los fármacos nuevos han demostrado en su mayoría que en eficacia son al menos iguales que los antiguos pero además ganan en cuanto a efectos secundarios. Muchos se eliminan por el riñón (levetiracetam, lacosamida..), no son inductores hepáticos potentes y tienen menos interacciones (eslicarbazepina) o mejoran síntomas depresivos (eslicarbazepina). Además tienen menos efectos secundarios a largo plazo.
Con toda esta información el neurólogo tiene que ser capaz de encontrar un medicamento adecuado para un paciente dado.
De estas cuestiones hablamos durante un simposium en la primera Reunión de la Academia Europea de Neurología que se celebró en Berlín en junio. Lo interesante es que después de que un grupo de expertos expusiéramos datos de eficacia y de efectos secundarios de fármacos antiepilépticos nuevos y antiguos, una parte importante de la audiencia cambió de opinión y manifestó que actuaría de forma diferente en su práctica, teniendo en cuenta por ejemplo esas complicaciones a largo plazo que pueden empeorar la salud y la calidad de vida del paciente.