Aunque hay muchas enfermedades que se pueden confundir con la epilepsia, las que encontramos con más frecuencia en la consulta son los síncopes (pérdidas de conocimiento debidas a riego sanguíneo cerebral insuficiente, en general por problemas cardiacos o de regulación de la presión arterial) y las crisis no epilépticas. En estas crisis se producen síntomas (movimientos o sensaciones anormales, falta de respuesta, detención de la actividad, caídas…) que no se deben a descargas eléctricas cerebrales anormales y por lo tanto no son epilépticos. La causa es un conflicto psicológico y por eso se denominan también crisis psicógenas.
En las crisis psicógenas el paciente no es consciente del conflicto que origina sus síntomas y no puede controlarlos. Para el paciente que las sufre y su familia son muy limitantes y son una causa frecuente de visitas repetidas a urgencias.
El diagnóstico no es sencillo. Entre el 20-30% de los pacientes que acuden a unidades especializadas de epilepsia tienen en realidad crisis psicógenas, y muchos han sido tratados como epilépticos durante años, recibiendo fármacos que no les ayudan y que pueden tener efectos secundarios indeseables.
Para hacer el diagnóstico, además de una buena historia con el testimonio de testigos que hayan visto las crisis –incluyendo videos si se ha podido grabar alguno-, se suelen necesitar pruebas más especializadas como el EEG en privación de sueño, el video EEG ambulatorio o el video EEG prolongado para registrar las crisis típicas y comprobar que no se asocian a descargas epilépticas en el EEG. También hay que asegurarse de que el paciente no tiene a la vez crisis epilépticas y crisis psicógenas, lo que puede ocurrir en algunos casos.
Para realizar un tratamiento eficaz es necesario enviar al paciente a un equipo especializado de psiquiatras y psicólogos. Se puede recetar algún antidepresivo o ansiolítico si el paciente lo precisa, pero en general la base del tratamiento es la psicoterapia adaptada a cada paciente, que le haga consciente del conflicto psicológico y le proporciones herramientas para afrontarlo. A la vez, hay que ir disminuyendo progresivamente los fármacos antiepilépticos.
Cuando más tiempo hayan estado las crisis psicógenas sin tratar o tratadas erróneamente, más difícil será que desaparezcan completamente y que el paciente llegue a hacer una vida normal. Por eso es muy importante, siempre que existan dudas, realizar las pruebas necesarias para tener un diagnóstico de certeza y comenzar un tratamiento adecuado.
Recientemente se ha publicado un consenso elaborado por varios expertos para diagnosticar correctamente este tipo de crisis dependiendo de las pruebas que estén disponibles en cada centro (LaFrance et al, Epilepsia, 2013).