Acabo de volver de la Reunión Anual de la Sociedad Americana de Epilepsia que se ha celebrado en Washington. Cada año se presentan en este congreso los avances más importantes en el diagnóstico y el tratamiento de la epilepsia. Este año varias ponencias se han dedicado al tratamiento farmacológico personalizado y a la cirugía de epilepsia en casos sin clara lesión en la resonancia magnética, que son los más difíciles.
Además se ha hablado de nuevas técnica, algunas de las cuales suenan casi casi a ciencia ficción, que pueden ayudar a muchos pacientes en el futuro.
Me gustaría compartir algunas de estas novedades con todos ustedes.
Algunas de ellas son:
La optogenética: consiste en inyectar virus que provocan la expresión por parte de las células nerviosas de moléculas sensibles a la luz. Cuando esas células se exponen a luz azul las células se activan (aumentando su excitación) y cuando se exponen a luz amarilla las células se inhiben (disminuyendo su excitación). Sería como dotar a las células de un “interruptor” con el que modificar su actividad, frenando las crisis cuando estas estuvieran iniciándose.
El enfriamiento local: se sabe que al enfriar determinadas zonas cerebrales, disminuye mucho su excitación. El enfriamiento no se asocia a efectos secundarios importantes siempre que no se sobrepase cierto limite. Por eso se está intentando desarrollar dispositivos que puedan enfriar la corteza cerebral que interviene en la generación de las crisis. Podrían beneficiarse de estos sistemas los pacientes que no pueden operarse porque tienen riesgo de secuelas importantes (por ejemplo de movilidad o del lenguaje).
La estimulación cerebral a demanda (Neuropace®). Es un dispositivo que acaba de ser aprobado en Estados Unidos para el tratamiento de las crisis rebeldes en pacientes que no puedan ser operados o que rechacen el tratamiento quirúrgico. Consiste en implantar unos electrodos profundos en la zona que produce las crisis del paciente. Estos electrodos realizan luego un registro continuo de la actividad eléctrica en esa zona; cuando se detecte el inicio de una crisis, el dispositivo envía un estímulo eléctrico que detiene la crisis. Se trata pues de una estimulación “a demanda”, cuando se necesite.
Estos son sólo algunos ejemplos de las técnicas del futuro. Es alentador ver cómo a pesar de la crisis económica se sigue investigando muchísimo a nivel celular, animal y también en humanos para conseguir nuevos tratamientos que puedan mejorar la calidad de vida de los pacientes.