Cada vez hay más evidencia sobre el papel de la flora intestinal (microbiota) y de la relación cerebro-intestino en las enfermedades neurológicas. De vez en cuando algún paciente nos cuenta en la consulta que se ha quedado sin crisis un tiempo después de tener una infección y recibir tratamiento antibiótico. En un reciente artículo (Braakman et al, J Neurol, 2018) se recogieron seis pacientes con epilepsia rebelde a fármacos que se quedaron sin crisis de forma temporal mientras recibían tratamiento antibiótico. Las crisis volvieron a su frecuencia normal dos semanas después de finalizar el antibiótico. Los autores hipotetizan en el artículo que alterando la flora intestinal, los antibióticos pueden modificar la relación intestino-cerebro y en último término, la frecuencia de crisis.
De forma teórica, los autores también se preguntan si se podría tratar la epilepsia con antibióticos o si, de una forma más amplia, se podría intentar modificar la flora intestinal para tratar la epilepsia rebelde. Siguiendo esta línea de pensamiento, un grupo español (Gómez-Eguilaz et al, Benef Microbes, 2018) administró probióticos durante 4 meses a un grupo de 45 pacientes con epilepsia farmacorresistente. Vieron que un 29% de ellos tenían una disminución de la frecuencia de crisis del 50% o más. Además mejoraba la calidad de vida.
En resumen, en algunos pacientes la flora intestinal puede estar relacionada con las funciones neurológicas y en concreto con la epilepsia. Son necesarios más estudios adecuadamente diseñados para aclarar si modificando esta flora (por ejemplo tomando probióticos) podemos cambiar la frecuencia de crisis, especialmente en pacientes con epilepsia farmacorresistente.