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Se sabe que un porcentaje importante de casos de epilepsia en la edad infantil (hasta un 40%) se asocian a problemas de déficit de atención e hiperactividad.
Recientemente se ha publicado un estudio realizado en Turquía (Ekinci et al, J Child Neurol, 2017) que analizó los síntomas y calidad de vida en tres grupos de niños: niños con epilepsia, niños con epilepsia y déficit de atención-hiperactividad y niños con déficit de atención-hiperactividad solamente. Pues bien, la peor calidad de vida la tuvieron los niños con las dos enfermedades. Los síntomas fueron algo diferentes en los grupos de pacientes. En los niños con epilepsia predominaba la inatención, mientras que en niños sin epilepsia era más frecuente la hiperactividad y la impulsividad.
Existe la creencia (y puede ocurrir puntualmente) que los tratamientos para el déficit de atención-hiperactividad empeoran las crisis epilépticas, pero hay numerosos estudios, realizados incluso en pacientes con epilepsias muy rebeldes, que sugieren que no es así. Teniendo en cuenta lo mucho que estos síntomas empeoran la calidad de vida del niño y lo efectivos que son los tratamientos estimulantes, debería prestarse más atención al tratamiento del déficit de atención e hiperactividad.
Los neurólogos y neurólogos pediátricos tenemos que dirigirnos sin duda hacia un tratamiento más global del paciente, sus problemas y todo lo que afecte a su calidad de vida, más allá de las crisis epilépticas en sí.