Debido a la naturaleza imprevisible de las crisis, que ocurren de repente y sin aviso previo, los pacientes con epilepsia activa tienen restringidos ciertos trabajos y actividades que pueden suponer un riesgo para ellos o para otros. En la mayoría de los países, si se tiene una epilepsia activa con crisis en las que el paciente pierde el conocimiento, no se permite la conducción. Sin embargo se cree que un porcentaje importante de pacientes no sigue estas restricciones y conduce de forma habitual.
Recientemente se ha publicado un estudio realizado en Alemania (Willems et al, Epilepsy and Behavior, mayo del 2018) que incluyó a 302 pacientes con epilepsia con una edad media de 45 años para averiguar su situación respecto a la conducción. Un 58.6% de los pacientes tenían carnet de conducir. De los pacientes con epilepsia controlada , el 54.6% (53/97) conducían con regularidad, mientras que un 15.1% de los pacientes con epilepsia activa (31/205) lo hacían a pesar de la prohibición. No encontraron pacientes que estuvieran conduciendo sin tener carnet. Como factores de riesgo de conducción indebida hallaron tener un empleo permanente, trabajar de autónomo, no tener ninguna discapacidad y vivir solo. Esto pone de manifiesto que en ocasiones los pacientes conducen por miedo a perder su empleo y no encontrar otro.
Es importante el soporte social enfocado al trabajo para aumentar el cumplimiento de las normas de conducción. También debería hacerse lo posible por mejorar el diagnóstico y el tratamiento para que se controlen la mayoría de las epilepsias. En el futuro la utilización de coches sin conductor puede mejorar la movilidad de pacientes con epilepsia refractaria.