En epilepsias de difícil control, pueden alternar temporadas en las que las crisis permanecen relativamente controladas con otras de empeoramiento brusco, que limitan la independencia del paciente y empeoran su calidad de vida.
Algunos cambios de medicación, principalmente la bajada de dosis sobre todo si es brusca, pueden causar empeoramiento. Pero también se produce lo que se ha llamado empeoramiento paradójico por aumento de dosis o por exceso de medicación. En este caso, tener más crisis puede ser una manifestación más de intoxicación, junto a otras como confusión, mareo o desequilibrio.
En determinadas epilepsias hay que evitar ciertos tipos de fármacos, que pueden agravar ciertos tipos de crisis. Por ejemplo se desaconseja la utilización de lamotrigina en pacientes con síndrome de Dravet.
Hay también factores externos que pueden empeorar la epilepsia. Estos se revisan con detalle en un artículo publicado recientemente en Epilepsy and Behavior (Bartolini and Sander, 2019).
Los precipitantes externos de crisis más conocidos son el estrés emocional, la deprivación de sueño y el cansancio. Se conocen a través de lo que cuentan los pacientes y son muy objetivos.
Más del 80% de los pacientes dicen que sus crisis pueden precipitarse por el estrés emocional, tano el agudo como el crónico. Las personas con crisis sensibles al estrés tienen una respuesta peculiar a las hormonas de estrés. Hay correlación entre los niveles de cortisol y descargas epilépticas y una correlación negativa entre los niveles de cortisol y la conectividad funcional en el EEG (J.M. den Heijer et al, Epilepsia, 2018). La ansiedad y la depression son frecuentes en pacientes cuyas crisis empeoran con el estrés emocional, y terapias para reducción de estrés como el yoga, el ejercicio físico o la meditación pueden ser beneficiosas para mejorar las crisis.
Alrededor de dos tercios de los pacientes piensan que sus crisis se pueden precipitar por falta de sueño, especialmente en epilepsias generalizadas idiopáticas. Este factor parece menos relevante en pacientes con epilepsias refractarias que tienen somnolencia diurna excesiva y que por lo tanto están menos expuestas a deprivación de sueño.
Más o menos la mitad de los pacientes dicen que la fatiga física les puede producir crisis. Otro factor que puede provocarlas es la ingesta excesiva de alcohol sobre todo cuando se asocia a deprivación de sueño.
La toma de drogas ilegales también puede afectar negativamente al control de crisis. La cocaína, la heroína y los opiáceos, anfetaminas, y MDMA pueden causar crisis en personas sin epilepsia y empeorarlas en pacientes con epilepsia. El efecto del cannabis es menos claro ya que se han descrito tanto empeoramientos como mejoras asociados a su consumo.
El empeoramiento de crisis en algunos pacientes también puede deberse a la exposición a ciertos estímulos muy específicos, con un mecanismo reflejo: las luces intermitentes, ciertos tipos de música, la lectura, o el agua caliente.
Por último, el calentamiento corporal asociado con fiebre, ejercicio o agua caliente también puede provocar crisis, sobre todo en ciertos tipos de epilepsia.
Conocer cuáles son los factores asociados a empeoramiento en cada paciente y modificar el estilo de vida para evitarlos son buenas medidas para mejorar el control de la epilepsia.