A diferencia de otras especialidades de la Neurología, en las que se atienden sobre todo pacientes mayores, los epileptólogos vemos muchos pacientes jóvenes. Eso significa que en el caso de las mujeres, tendremos que discutir cómo hacer del embarazo y del parto una situación segura para la paciente y para el niño. El pasado fin de semana tuve la oportunidad de dar una conferencia sobre este tema en una reunión de expertos en epilepsia celebrada en Madrid.
En los últimos meses este asunto ha tenido gran repercusión en los medios debido a la alerta de la agencia europea del medicamento y del Ministerio de Sanidad sobre los riesgos de valproato en la gestación, que ya conocíamos. El ácido valproico puede asociarse a malformaciones fetales, retraso cognitivo y riesgo aumentado de autismo en la descendencia.
Además recientemetne se han conocido datos del registro europeo de embarazos y fármacos antiepilépticos (EURAP) que muestran como fármacos más seguros desde el punto de vista de las malformaciones a la lamotrigina y el levetiracetam y confirman el riesgo más elevado del ácido valproico, seguido de la fenitoína y el fenobarbital.
Algunos medicamentos como el topiramato pueden producir otras alteraciones, como microcefalia y bajo peso para la edad gestacional.
Cada vez sabemos más cosas de cómo se comportan los fármacos durante la gestación, y de las modificaciones que debemos hacer para mantener los niveles sanguíneos en un rango adecuado. Por ejemplo, es necesario subir la dosis de lamotrigina en la mayoría de las pacientes, y también se requiere ajuste de las dosis de levetiracetam y oxcarbazepina, porque estos medicamentos se eliminan mucho más rápido durante el embarazo.
Respecto a la frecuencia de crisis, en la mayoría de las pacientes se mantiene parecida a antes de la gestación. Sin embargo la frecuencia puede mejorar o empeorar en una minoría de pacientes. Por este motivo es necesario un seguimiento estrecho por el neurólogo en estos meses, preferiblemente de forma coordinada con el obstetra.
La lactancia produce efectos beneficiosos en el niño y en la relación con la madre. Además, con ciertos fármacos impide el “síndrome de abstinencia” que se puede dar al suspender de forma abrupta el paso de medicamentos a través de la placenta que se ha producido durante el embarazo. Sin embargo no hay que perder de vista el bienestar de la madre y por eso hay que valorar cuidadosamente el impacto que la falta de descanso nocturno puede suponer para su epilepsia.
En resumen, la mayoría de las pacientes con epilepsia van a poder tener embarazos y partos seguros, pero es necesaria una planificación cuidadosa. Antes del embarazo, seleccionando los mejores fármacos y a la dosis mínima eficaz. Durante el embarazo, haciendo los cambios necesarios en la dosis y asegurando un buen control obstétrico. Después del parto, aconsejando sobre lactancia y vigilando la aparición de crisis.