Durante los últimos años hemos visto aumentar de forma muy importante el número de fármacos disponibles para tratar la epilepsia.
La mayoría de los fármacos antiepilépticos “tradicionales” (por ejemplo la fenitoína o la carbamazepina) actúan principalmente bloqueando unos canales de membrana celular que se denominan canales de sodio. Estos canales permiten que entre rápidamente el sodio en el interior de la célula, volviéndose más excitable y pudiendo generar los llamados potenciales de acción repetitivos, que son la base de la actividad eléctrica anormal que se ve en pacientes con epilepsia. Los bloqueantes cierran los canales de sodio y hacen que las neuronas sean menos excitables, permaneciendo más tiempo en reposo.
Otros fármacos antiepilépticos clásicos actuán sobre el sistema del GABA. El GABA es un neurotransmisor inhibidor. Los neurotransmisores son sustancias químicas que las neuronas utilizan para comunicarse entre ellas. Pues bien, si se aumenta la cantidad de GABA disponible o se actúa sobre su receptor en la membrana de las células, se disminuye la excitabilidad de las neuronas y se disminuyen las crisis. Así actúan por ejemplo los barbitúricos (como el fenobarbital), las benzodiacepinas (como el diazepam, el clonazepam o el clobazam), la vigabatrina, que apenas se utiliza por su posible afectación del campo visual, y la tiagabina.
Entre los fármacos con mecanismos diferentes y novedosos de acción se encuentran el levetiracetam, la lacosamida, la retigabina y el perampanel que se comercializará próximamente en España.
El levetiracetam se une a una vesícula impidiendo que se liberen al exterior de la célula neurotransmisores excitadores (con la misión opuesta al GABA), como el glutamato. Disminuye así la excitabilidad neuronal y la probabilidad de que se produzcan crisis.
La lacosamida bloquea los canales de sodio pero lo hace de una forma diferente, favoreciendo la inactivación lenta.
La retigabina activa un tipo de canal de membrana celular que se denomina canal de potasio. Cuando el canal se abre sale el potasio hacia el exterior de la célula y se contrarresta la entrada de sodio, disminuyendo la excitabilidad neuronal y la probabilidad de que se produzcan crisis.
El perampanel, que se comercializará próximamente en España (ya lo está en otros países europeos), bloquea los receptores de glutamato de tipo AMPA, impidiendo que la neurona se excite.
¿Qué implica disponer de fármacos con nuevos mecanismos de acción? Que algunos enfermos que no han respondido a los fármacos tradicionales pueden responder a los nuevos. Es posible también que ciertos tipos de epilepsia sean especialmente sensibles a ciertos mecanismos de acción, aunque tenemos todavía pocos datos definitivos sobre este aspecto. Los nuevos mecanismos de acción pueden complementar el efecto de fármacos tradicionales, y por eso es común que se receten juntos a pacientes con crisis resistentes o con múltiples tipos de crisis.
Por último, mencionar que existen fármacos comercializados específicamente para tratar ciertos tipos de epilepsias graves, por ejemplo la rufinamida para el síndrome de Lennox Gastaut y el estiripentol para el síndrome de Dravet (no disponible en España).
Finalmente, la elección del mejor fármaco para un paciente determinado va a depender de múltiples factores: el mecanismo de acción es importante pero también lo son las características del paciente (edad, sexo, enfermedades además de la epilepsia, etc), las características de la epilepsia, el perfil de eficacia y el perfil de tolerabildad (efectos secundarios del fármaco).
El epileptólogo es el que mejor puede realizar esta elección teniendo en cuenta estos factores y también las preferencias personales de los pacientes.