La revista científica “Epilepsia”, una de las más importantes en nuestro campo, publica periódicamente testimonios de pacientes con crisis epilépticas que reflejan cómo han vivido su enfermedad.
Recientemente se ha publicado la historia de una paciente japonesa de 30 años, sin crisis y sin medicación desde los 18, que tuvo ausencias infantiles.
“Hace aproximadamente 24 años, desarrollé ausencias infantiles. No sé de dónde vinieron. Sólo tenía 5 años en esos momentos. Fue mi madre la que primero notó que me quedaba en blanco durante la cena. Estos episodios eran muy breves pero me quedaba con la mirada fija mientras comía o hablaba. Mi madre descubrió pronto, por las conversaciones de mis cuidadores, que esas pausas las habían observado frecuentemente también en la guardería. Se preocupó mucho. Mientras tenía las crisis, yo no era plenamente consciente de que “un fantasma” se había apropiado de mi mente. Al principio, tanto dentro como fuera de casa, la gente me preguntaba con frecuencia: ¿qué te ha pasado? O ¿estás escuchando? Solía pensar que esas preguntas eran muy extrañas, ya que yo seguía allí hablando con ellos. Pero para ellos yo me “iba” de la conversación, y en sus palabras, mi mente se desplazaba completamente a otro sitio. Parecía que el tiempo se había detenido completamente y mi mente flotaba en alguna parte entre el estado consciente e inconsciente, aunque mis ojos siguieran completamente abiertos. No mucho después de estos primeros eventos, se me diagnosticó epilepsia con ausencias infantiles”
Estos testimonios nos ayudan a conocer mejor las sensaciones experimentadas por los pacientes durante las crisis, sensaciones que a veces son difíciles de comunicar y de comprender.
a revista científica “Epilepsia”, una de las más importantes en nuestro campo, publica periódicamente testimonios de pacientes con crisis epilépticas que reflejan cómo han vivido su enfermedad. Recientemente se ha publicado la historia de una paciente japonesa de 30 años, sin crisis y sin medicación desde los 18, que tuvo ausencias infantiles.
“Hace aproximadamente 24 años, desarrollé ausencias infantiles. No sé de dónde vinieron. Sólo tenía 5 años en esos momentos. Fue mi madre la que primero notó que me quedaba en blanco durante la cena. Estos episodios eran muy breves pero me quedaba con la mirada fija mientras comía o hablaba. Mi madre descubrió pronto, por las conversaciones de mis cuidadores, que esas pausas las habían observado frecuentemente también en la guardería. Se preocupó mucho. Mientras tenía las crisis, yo no era plenamente consciente de que “un fantasma” se había apropiado de mi mente. Al principio, tanto dentro como fuera de casa, la gente me preguntaba con frecuencia: ¿qué te ha pasado? O ¿estás escuchando? Solía pensar que esas preguntas eran muy extrañas, ya que yo seguía allí hablando con ellos. Pero para ellos yo me “iba” de la conversación, y en sus palabras, mi mente se desplazaba completamente a otro sitio. Parecía que el tiempo se había detenido completamente y mi mente flotaba en alguna parte entre el estado consciente e inconsciente, aunque mis ojos siguieran completamente abiertos. No mucho después de estos primeros eventos, se me diagnosticó epilepsia con ausencias infantiles”
Estos testimonios nos ayudan a conocer mejor las sensaciones experimentadas por los pacientes durante las crisis, sensaciones que a veces son difíciles de comunicar y de comprender.