Aparte de los posibles efectos nocivos de los fármacos antiepilépticos sobre el bebé, otra preocupación de las pacientes con epilepsia es saber cómo estarán de controladas sus crisis durante el embarazo. Las crisis, sobre todo las convulsivas, son peligrosas para la madre y también para el feto. Por eso resultan útiles los estudios basados en registros que nos proporcionan información seria sobre un número importante de pacientes.
Recientemente se ha publicado un trabajo (Vajda et al, Epilepsy and Behavior, 2017) basado en datos del registro australiano desde el año 1998 hasta el 2016. Después de excluir los embarazos perdidos al seguimiento y los abortos, quedaron 1939 embarazos para el análisis. Hubo crisis en el 42.8% de los embarazos, convulsivas en el 19.9%. Las pacientes que habían tenido crisis en el año previo tuvieron crisis con más frecuencia (78.4%) que aquellas con epilepsia inactiva (22.3%). Tuvieron crisis de cualquier tipo el 54.9% de las pacientes que no tomaban medicación al inicio del embarazo (31.7% crisis convulsivas), comparado con el 45.5% de las pacientes tratadas de forma continua con antiepilépticos (22.3% crisis convulsivas).
La conclusión del estudio es que tener una epilepsia activa en el último año o no estar tomando medicación al inicio aumenta 3-4 veces la probabilidad de tener crisis durante el embarazo. Hubo también más crisis en pacientes con epilepsia focal y en las tratadas con varios fármacos, probablemente porque en estos grupos hay más casos de epilepsia activa.