Cuando estamos en una consulta con pacientes que tienen epilepsia, muchas veces nos cuentan que las crisis son más frecuentes durante los cambios de tiempo, sobre todo en primavera y en otoño. No hay muchos trabajos de investigación que analicen este hecho. Por eso me ha resultado curioso y lo quiero compartir en este blog un estudio que se acaba de publicar en Epilepsia, una de las revistas científicas más importantes de nuestra especialidad. Un grupo de investigadores alemanes (Rakers et al, Epilepsia, 2017) ha revisado los pacientes que fueron ingresados entre 2003 y 2010 por crisis, y analizaron el efecto de la presión atmosférica, humedad relativa del aire y temperatura ambiental en la aparición de crisis.
Encontraron una relación negativa entre la presión atmosférica y el riesgo de crisis. Cuanto más bajaba la presión atmosférica, el riesgo de crisis en la población aumentaba un 14%. El riesgo crecía más en pacientes con epilepsias menos graves tratadas únicamente con un fármaco antiepiléptico (un 36%). La humedad relativa del aire mayor de un 80% también aumentaba el riesgo de crisis en toda la población (hasta un 48%), 3 días después de la exposición. Sin embargo las temperaturas ambientales >20 grados centígrados se asociaban a disminución del riesgo de crisis (hasta un 46% en toda la población) y en los diferentes subgrupos, especialmente en hombres.
Los autores concluyen que la presión atmosférica baja y la humedad relativa del aire alta se asocian con mayor riesgo de crisis, mientras que las altas temperaturas ambientales parecen disminuir el riesgo. Sin embargo también afirman que es necesario estudiar otras poblaciones de pacientes en lugares del mundo con diferentes climas antes de sacar conclusiones definitivas y hacer recomendaciones sobre tratamiento.>