Epilepsia postraumática: una complicación de los traumatismos craneales graves. ¿Se puede prevenir?
Los traumatismos craneales pueden acompañarse de diferentes secuelas dependiendo de su tipo, gravedad, y de la localización de las estructuras dañadas. Algunas de estas secuelas son: trastornos afectivos (por ejemplo depresión), ansiedad, trastornos de personalidad, agresividad, cambios cognitivos, dolor crónico, problemas con el sueño, alteraciones motoras o sensitivas, disfunción endocrina, del sistema digestivo, infecciones, problemas respiratorios, parkinsonismo o epilepsia postraumática, en diferentes combinaciones.
La frecuencia con que aparece la epilepsia postraumática depende del tipo de traumatismo y de su gravedad. En un estudio poblacional bien realizado, se vio que en 5 años tras el traumatismo pueden desarrollar epilepsia el 0.5% de pacientes con traumatimos leves (sin pérdida de conocimiento o amnesia postraumática de menos de 30 minutos de duración, sin fractura de cráneo), el 1.2% de aquellos con traumas moderados (pérdida de conocimiento o amnesia postraumática de 30 minutos a 24 horas de duración, o con fractura craneal), y el 10% de aquellos con traumas graves (contusión cerebral, hemorragia, pérdida de conocimiento o amnesia postraumática de más de 24 horas). En otras series, sin embargo, la frecuencia de epilepsia postraumática llega hasta el 30%, siendo especialmente elevada en las heridas de combate, que suelen producir daño cerebral difuso. Aunque la mayoría de casos de epilepsia postraumática aparecen en el primer año después del traumatismo, pueden hacerlo mucho más tarde, hasta los 10 años, e incluso hasta los 20 en el caso de traumas graves.